La próxima semana disfrutaremos de las anheladas y vacaciones de Semana Santa, por lo que nos ha parecido interesante hablar sobre las diferentes formas de celebrar esta fiesta tan religiosa en diferentes ciudades españolas, en esta ocasión nos centraremos en la de Valladolid, una de las más conocidas de nuestro país por su religiosidad y recogimiento.
La Semana Santa vallisoletana es una de las exposiciones más importantes de imaginería religiosa, ofrece la opción única de contemplar posesionando en las calles unas bellas esculturas, que todo el año permanecen albergadas en iglesias, museos o conventos, surgidas de las valiosas manos de los escultores castellanos.
La dilatada historia de las procesiones en la ciudad se remonta a últimos del siglo XV, y en 1920 fueron restablecidas por el Arzobispo Gandásegui. Conjuntamente, forman sin lugar a dudas, el evento más genuino de los muchos celebrados en Valladolid.
Los cofrades que componen las 19 cofradías que posesionan son miles, de una forma especial conmemoran cada año la pasión y muerte de Jesús.
Una celebración en la que se funden sobriedad, silencio, devoción y respeto del público y de los cofrades, y las particularidades únicas de diversos actos como la procesión de la Sagrada Pasión del Redentor, la procesión del encuentro de la Virgen con su hijo, y el sermón en la Plaza Mayor de las Siete Palabras, que recuerda los antiguos actos de fe, originaron que en 1981 fuera declarada de Interés Turístico Internacional.
Los pasos que recorren las calles de Valladolid, tienen un gran valor artístico, ya que son hermosas esculturas policromadas, realizadas por imagineros muy conocidos como Gregorio Fernández o Juan de Juni, entre otros muchos.
La procesión de la Sagrada Pasión del Redentor, que tiene lugar el viernes santo, es única, está formada por treinta y dos pasos alumbrados, por las diecinueve cofradías de la ciudad.
Durante toda la Semana Santa, es decir, desde el viernes de Dolores hasta el domingo de Resurrección, se alternan procesiones y celebraciones de la liturgia, que vuelven a las calles vallisoletanas en exposiciones en movimiento de la mejor imaginería.
