Comares, una pequeña localidad malagueña, se erige sobre una peña que por el norte domina el Corredor de Periana y sale de los montes de la Axarquía, por el lado sur una amplia extensión que comprende la Sierra de Tejeda y el Valle de Vélez.
La riqueza principal de Comares, la forman la producción de vinos y aceites, la recolección de almendras, destacando la ruta de la pasa, el vino y el aceite.
De origen árabe, su localización evidencia el carácter de vigía que tuvo por su fisonomía, mantiene las características de los pueblos que se componen alrededor de una fortaleza, con calles estrechas y sinuosas y viviendas blancas, ventanas con rejas donde se colocan macetas.
Es sorprendente contemplar como la piedra, se incrusta en las viviendas pintadas de blanco, componiendo prácticamente un elemento decorativo. Podrá caminar por sus calles laberínticas y hallar vestigios de viejos asentamientos musulmanes: el cerro Mazmúllar, de la fortaleza, la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación de estilo mudéjar y el Aljibe.
En la ruta de la pasa, el aceite y el vino, Comares como pueblo que forma parque de la Axarquía malagueña, ya es merecedor de una visita por si solo, para recorrer las calles empinadas que serpentean la loma arriba donde se encuentra, principalmente la parte más elevada que se desarrollo a la sombra y la protección de la vieja fortaleza, de la cual dos torreones que reforzaban el recinto amurallado todavía se mantienen, uno al lado del cementerio. En las calles con más solera se conservan dos arcos, posiblemente de la época medieval.
En el exterior, llama la atención la torre pegada a la cabecera, de marcado estilo mozárabe. La otra torre, que se edifico sobre la Capilla del Sagrario, es muy semejante a las de Vélez – Málaga y El Borge, de planta octogonal, decorada en las paredes con óculos, placas triangulares y pilastras.
En esta localidad se confecciona a mano las vestimentas y otros atuendos con los que van ataviados las bandas de verdiales, principalmente los sorprendentes sombreros. El folclore queda patente en los verdiales, que se distinguen de los que se bailan y cantan en los Montes, por su particular estilo, ya que son más veloces en su ejecución.
En lo referente a la gastronomía, los platos estrellas son la sopa de puchero y el gazpachuelo.