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La Acrópolis ateniense, es decir, la rosa sagrada, es una meseta caliza de más de doscientos metros de altura, que alberga los monumentos más destacados de la Grecia clásica: el Erecteion, el Templo de Atenea Niké y el Partenón. Una visita representa una experiencia inolvidable en cualquier persona que visite la capital griega.
La nueva construcción que es la sede del Museo de la Acrópolis, se inauguró a mediados del año 2009. Es una gran construcción de tres plantas, edificada en cemento, mármol, hierro y cristal. Con una altura de más de veinte metros y una superficie de más de diez mil metros cuadrados. Se encuentra en la falda de la Acrópolis.
Si bien, el museo se ha edificado sobre pilotes, para integrar y proteger en la nueva construcción los valiosos vestigios arqueológicos que se hallaron en la excavación de los cimientos.
La construcción que alberga el museo se compone de:
Una plataforma, que está suspendida por pilotes, que por medio de un suelo de cristal transparente permite observar los vestigios de las excavaciones arqueológicas.
Un espacio central con forma trapezoidal, con una altura de diez metros, mantenido por grandes columnas.
Un espacio superior, totalmente acristalado, que es la sede de la galería del Partenón, donde la luz natural es la protagonista, que se filtra por los tragaluces y cristales, brindando una vista atractiva de la Acrópolis.
El museo guarda más de trescientos restos arqueológicos y esculturas, algunos fechados hace más de dos mil quinientos años de antigüedad, hallados en las excavaciones de la acrópolis.
Una de las plantas del Museo esta exclusivamente dedicada al Partenón, donde se ha reservado una sala donde se colocarían los frisos del mismo si son devueltos alguna vez por el Museo Británico de Londres. Aunque en la actualidad se muestran varias réplicas de dichos frisos.
Para finalizar, le recomendamos que para visitar tanto la Acrópolis como el Museo reserva un día completo, para verlo todo con tranquilidad.