Os invitamos a recorrer uno de los barrios más famosos de la capital holandesa, ubicado en el centro repleto de llamativas luces de neón.
Pero antes de comenzar la visita, os aconsejamos que la mejor opción sea reservar Hoteles en Ámsterdam, podréis escoger entre una gran variedad de establecimientos hoteleros de una a cinco estrellas, en la capital holandesa.
También, tendréis la oportunidad de alojaros en campings, alojamientos singulares, fatos o casas rurales.
Después te esta pequeña recomendación, vamos a centrarnos en el Barrio Rojo de Ámsterdam.
En realidad, la capital holandesa tiene tres de estos barrios, pero de Wallen es el más famoso y más amplio, está ubicado en el centro.
Durante la mañana, se puede contemplar que es una de las zonas más antiguas de la ciudad, con sus hermosas viviendas y canales. Pero al llegar la noche, todo cambia, muchas personas curiosas pasean a lo largo de sus escaparates con prostitutas y sexclubs bajo el parpadeo de las luces de neón.
Desde nada menos que el siglo XIV, poco a poco el barrio se ha convertido en un área de burdeles, sex shops, bares de ambiente, peep shows, prostitutas que se ven a través de los escaparates y coffeshops. Las luces fluorescentes de colores son típicas del barrio. Existen más de dos mil escaparates, con mujeres en ropa interior muy sexi, cuyo propósito es atraer a los caminantes para que entren en su local.
No piense que es un barrio marginal o peligroso, todo lo contrario el Barrio Rojo es uno de los atractivos turísticos más destacados de la capital holandesa.
En Holanda, la profesión más vieja del mundo, es decir, la prostitución es legal desde principios del año 2000, por lo que las prostitutas están obligadas a pagar impuestos, como otro trabajador más.
Si quiere realizar un tour más completo por el barrio, le recomendamos que visite un establecimiento VVV, es decir, una oficina de atención turística.
Para completar la visita por el barrio, una buena opción es pasarse por el Museo Erótico y el Museo del Sexo. El Condomerie, guarda una selección singular de condones, que vale la pena contemplar.